Moments musicals clau

Los momentos musicales clave de 'Ariadne auf Naxos'

Ópera, Ariadne

“Ein schönes war”

Concluido el prólogo y resuelto el orden confuso en el que se tienen que interpretar las dos obras, comienza la representación —dentro de la ópera que ya estamos viendo— de Ariadne auf Naxos, una pieza de tema mitológico. Ariadne, abandonada por Teseo en la isla de Naxos tras huir del laberinto de Creta, se lamenta de su triste destino y desea que le llegue pronto la muerte. Su largo soliloquio, dividido en dos secciones, se inicia con una introducción de estilo wagneriano que muy pronto se transforma en un aria frágil, en la que la belleza lírica apenas disimula la profunda desesperación del personaje.

 

Ópera, Zerbinetta

“Großmächtige Prinzessin”

Como las dos obras se deben interpretar a la vez, la compañía cómica reclama su turno en la acción y Zerbinetta interrumpe la función de ópera seria —justo cuando Ariadne está en la cumbre de su dolor— para ofrecerle un consejo mundano: para curar su mal de amor, lo mejor que puede hacer es buscarse otro hombre. El aria de Zerbinetta, que Strauss compuso a la manera de las alegres operetas vienesas de Franz Lehár, es una de las piezas más complejas —y por ello más admiradas— del repertorio de coloratura, con continuas subidas y bajadas por el espectro más agudo de la tesitura de soprano.

 

Ópera, Ariadne, Bacchus

“Gibt es kein Hinüber?”

En el final de la ópera, Ariadne consigue encontrar la solución para su problema. El dios Bacchus llega a Naxos y, en un apasionado dueto de amor de ecos mozartianos, le ofrece una solución alternativa al suicidio: en vez de lanzarse al mar, puede aceptar subir al cielo, ya que él puede transformarla en una constelación. Ariadne acepta, se rinde al amor de Bacchus y la ópera concluye con un bello paisaje de melodía etérea sostenida por una rica armonía cromática, al más puro estilo Strauss, que recuerda a los pasajes más admirados del segundo acto de Der Rosenkavalier.