Momentos musicales clave

Una de las composiciones más innovadoras de Puccini

Durante el estreno inglés de 'Tosca', Puccini fue invitado a un pequeño teatro para ver un drama nuevo firmado por David Belasco, 'Madame Butterfly'. Y supo que ahí estaba su próxima ópera: ahí tenía un personaje femenino que condensaba muchas emociones –el afecto sin reservas, la fidelidad, el honor– y que sufría una humillación terrible. Tras muchas dificultades, entre ellas un grave accidente de coche, finalmente estrenó su obra en Milán en 1904. El paso del tiempo ha convertido esta ópera en una de las más sólidas del repertorio, una tragedia perfilada en un entorno exótico.

Acto I. Pinkerton, Cio-Cio San
«Viene la sera»  

Después de la boda, Pinkerton y Cio-Cio San se quedan finalmente a solas en la casa. Es un momento muy esperado para ambos: para él, llega la oportunidad tan deseada de satisfacer su apetito sexual, mientras que para ella es el comienzo de una intensa historia de amor. En un largo dueto que se extiende durante más de diez minutos, los dos personajes principales se entregan a un primera noche de pasión que será decisiva para comprender el desarrollo de la historia, pues inmediatamente después Pinkerton volverá a Estados Unidos, y Cio-Cio San se quedará en Nagasaki sola y embarazada.  

Un moment de l'òpera 'Madama Butterfly'  de Puccini al Gran Teatre del Liceu.
 'Madama Butterfly' (© A. Bofill)

Acto II. Cio-Cio-San
«Un bel dì vedremo»  

Hace más de tres años que Pinkerton regresó a Estados Unidos y aún no ha vuelto. Prometió hacerlo cuando los petirrojos volvieran a anidar en Japón, pero en el horizonte no aparecen ni los barcos ni los pájaros. Sin embargo, Cio-Cio San está convencida de que su amado volverá pronto, y así lo expresa en esta aria de belleza sobrenatural e impacto inevitable situada en el corazón de la ópera. En ella, la soprano debe concentrar todos los matices psicológicos de Butterfly: la fe ciega en su marido, su capacidad de resistencia, su constancia y el desconocimiento del fin trágico que le espera.

Un moment de l'òpera 'Madama Butterfly'  de Puccini al Gran Teatre del Liceu.
 'Madama Butterfly' (© A. Bofill)

Final del Acto II y comienzo del acto III. Coro
Coro a bocca chiusa + Intermezzo 

El barco de Pinkerton ha aparecido en la bahía de Nagasaki y pronto se producirá el encuentro entre Butterfly y su amado. Mientras cae la noche, la sirviente Suzuki acuesta a su hijo y Cio-Cio San comienza a preparar la casa para el regreso de su marido. La transición del segundo al tercer acto está conducida por una sublime participación del coro –que entona la bella melodía con un murmullo, con la boca cerrada– y con un intermezzo instrumental que transforma la serenidad del paisaje japonés en el ambiente de pesadilla que caracterizará el final de la ópera.

'Madama Butterfly' al Liceu. (© A. Bofill)
 'Madama Butterfly' (© A. Bofill)

En escena
Tres sopranos excepcionales para uno de los papeles más exigentes de la ópera
El papel protagonista de Madama Butterfly no es fácil: exige de una cantante un timbre de voz delicado y técnica impoluta para encontrar el equilibrio total entre la pureza de la música y la emocionalidad del texto. Pero además de eso, también obliga a desplegar unas colosales dotes actorales y a mantener una forma física más propia de una atleta olímpica. La ópera no es especialmente larga –no suele ir más allá de las dos horas y media–, pero Cio-Cio San no sale nunca del escenario desde que aparece al poco de empezar el primer acto. Esta es una obra que gira exclusivamente alrededor de su rol principal, Butterfly es el centro absoluto de la acción, todos los avances argumentales y la construcción del conflicto pasan por ella, y si no canta, está interactuando con otros personajes; no tiene ni un momento de respiro, y por si fuera poco el incremento de su arco emocional no deja de ir en aumento hasta llegar a la catarsis final.

«Hay cantantes que, a lo largo del tiempo, han tomado la decisión de dejar de cantar a Butterfly, o dosificarla, porque el peaje físico y emocional que obliga a pagar es demasiado alto»  

Las sopranos llegan a él en momentos avanzados de su carrera, cuando encuentran el equilibrio adecuado entre técnica vocal, madurez física y experiencia dramática. Pero cuando esas circunstancias se dan, los milagros se vuelven posibles, y eso es lo que hay que esperar en las próximas funciones del Liceu, ya que contaremos con un reparto de primer orden coronado por tres sopranos dramáticas de altísimo nivel en un momento espléndido de sus carreras: la superestrella búlgara Sonya Yoncheva, la madrileña Saioa Hernández y otra prima donna norteamericana, Ailyn Pérez.

Un moment de l'òpera 'Madama Butterfly'  de Puccini al Gran Teatre del Liceu.
 'Madama Butterfly' (© A. Bofill)

Además de Butterfly, los personajes principales de la ópera tendrán también tres intérpretes: B. F. Pinkerton, escrito para tenor lírico-spinto, lo defenderán tres cantantes experimentados como son el norteamericano Matthew Polenzani, el italiano Fabio Sartori y el canario Celso Albelo. La sirviente de Cio-Cio San, Suzuki, será defendida por tres grandes mezzosopranos como la tarraconense Gemma Coma-Alabert y las italianas Annalisa Stroppa y Teresa Iervolino, y el cónsul Sharpless se lo repartirán también tres barítonos: Lucas Meachem, Thomas Mayer y Gerardo Bullón, El papel de Goro, escrito para tenor cómico, lo cantarán dos intérpretes: Juan Noval Moro y Pablo García López. El resto de papeles menores tendrán un cantante para todas las funciones, como Carlos Cosías (Príncipe Yamadori), David Lagares (el Tío Bonzo) y Montserrat Seró (Kate Pinkerton). Un reparto equilibrado y con mucha experiencia acumulada para que el resultado sea óptimo.