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Honor e irresponsabilidad en un conflicto trágico entre civilizaciones

Moshe Leiser y Patrice Caurier estrenaron su producción de Madama Butterfly en 2003, en Londres –en origen fue una colaboración entre la Royal Opera House y el Liceu–, y durante más de 20 años ha girado por el mundo ofreciendo una versión fiel a las ideas y al espíritu de Puccini. El dúo franco-belga se inspira en el arte japonés tradicional –la arquitectura y los grabados ukiyo-e de tema paisajístico– y la mentalidad japonesa para crear una propuesta sólida en la que brillan por igual el dramatismo del texto y la excelencia de la música, encontrando el equilibrio perfecto entre horror y belleza.

Giacomo Puccini conoció el drama de Madama Butterfly a finales de 1900, en Londres, poco después del estreno inglés de Tosca. Una noche le invitaron a acudir a un pequeño teatro en el que se representaba una obra que había triunfado en Estados Unidos y que trataba sobre la relación entre un marino americano estacionado en Nagasaki y una joven geisha caída en desgracia que termina aceptando un matrimonio de conveniencia. 

«Puccini descubrió esta historia en 1900 y le cautivó la mezcla de exotismo japonés con la tragedia humana de su protagonista, una joven engañada y dañada en su honor» 

La obra, que ya presentaba a su protagonista como con el nombre familiar de Butterfly, tenía la firma de un dramaturgo menor, David Belasco, que a su vez se había inspirado en un cuento de John Luther Long. La obra llevaba al terreno de la ficción lo que, en aquel Occidente en plena expansión colonial, era una moda: la representación exótica de Japón, un país que hasta hacía pocos años había estado cerrado al resto del mundo.

Un moment de l'òpera 'Madama Butterfly'  de Puccini al Gran Teatre del Liceu.
 'Madama Butterfly' (© A. Bofill)

Sin embargo, lo que a Puccini le fascinó no fue tanto el ambiente lejano, sino el intenso drama personal de Butterfly. El motor dramático en sus óperas recae casi siempre en una protagonista femenina que se enfrenta a un conflicto insuperable –es el caso de Manon Lescaut, Mimì, Liù y tantas otras–, y aquella adolescente, que termina suicidándose para restituir su honor tras recibir una humillación imperdonable, parecía hecha a la medida de Puccini.

«Madama Butterfly se ha convertido en un emblema inevitable en el estilo lírico y la concepción de la tragedia que caracterizan al autor»

El compositor se empeñó en que esta tenía que ser su próxima obra: descartó otros proyectos, esperó pacientemente a conseguir los permisos para trabajar en la historia y, tras superar diferentes dificultades –la revisión meticulosa del libreto que tantas veces había desesperado a sus colaboradores habituales, Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, así como un accidente de automóvil en 1903 que le dejó postrado en la cama durante algunas semanas–, finalmente terminó su ópera para poderla estrenar en la Scala de Milán a finales de 1904. Puccini era consciente de que el resultado era excepcional, y no dudó en señalar su Madama Butterfly como una obra superior a Tosca o La bohème, a pesar de que la primera reacción del público fue hostil: su estreno en Milán fue un fracaso, las críticas fueron demoledoras. Sin embargo, el tiempo le ha dado la razón a Puccini –sobre todo desde que revisó la partitura en su versión actual–.  

'Madama Butterfly' al Liceu. (© A. Bofill)
 'Madama Butterfly' (© A. Bofill)

La historia es sencilla: B. F. Pinkerton, un teniente de la armada de Estados Unidos destinado en Nagasaki, adquiere una casa tradicional para alojarse con su nueva esposa, Cio-Cio San, una huérfana de 15 años. Ella se rige por un código estricto y ese matrimonio es para ella un contrato inviolable. Sin embargo, para Pinkerton es un pasatiempo. Tras la boda él satisface su deseo sexual, mientras ella cree haber encontrado el amor. Pinkerton marcha poco tiempo después, prometiendo volver, pero pasan tres años y Cio-Cio San sigue esperando. Cuando el cónsul americano Sharpless le informa de que Pinkerton volverá, pero para divorciarse, ella rechaza la idea y descubre su mayor secreto: aquella noche concibió un hijo que ahora tiene tres años, y que ha criado en secreto. Pinkerton regresa con otro secreto: se ha casado con una mujer americana, Kate, y vuelve para llevarse a su hijo. Humillada, Butterfly accede y su única salida es el suicidio, abriéndose el vientre con la espada de su padre.

Un moment de l'òpera 'Madama Butterfly'  de Puccini al Gran Teatre del Liceu.
 'Madama Butterfly' (© A. Bofill)

Madama Butterfly presenta un conflicto humano grave: Pinkerton es un joven irresponsable que comprende la trascendencia de sus actos demasiado tarde, y ella una niña ingenua que cree que las reglas del honor son las mismas para todos. Así, bajo el drama aparecen temas que siguen vigentes en nuestra sociedad: el choque entre civilizaciones, la falta de empatía hacia los diferentes y las relaciones tóxicas. Más allá del exotismo, Butterfly es una ópera mayor porque, con una música colosal, aborda temas delicados con una mezcla equilibrada entre crueldad y empatía.