El auténtico protagonista de las funciones de la «Trilogía Da Ponte» es, sin ninguna duda, Marc Minkowski, el director musical que más ha obrado en las últimas décadas para dar un nuevo aire, tan riguroso como entusiasta, a la música barroca y la del mejor Clasicismo. Al frente de una orquesta a su medida, Les Musiciens du Louvre, el maestro ha reflotado óperas del repertorio francés e italiano y ha emprendido también la tarea de actualizar nuestra manera de escuchar piezas tan conocidas como estas tres comedias de Mozart. Minkowski es un director tan instintivo como cerebral, y su manera de manejar la batuta –impetuosa, buscando tempos altos e integrando las voces como si fueran una parte más de la orquesta– hace que la escucha de Le nozze di Figaro, Don Giovanni y Così fan tutte resulte, por momentos, como si fuera la primera vez. No en vano parte de su técnica pasa por no dar nada de lo establecido como supuesto e investigar al detalle los misterios de las partituras que, con el paso de los siglos, han quedado omitidos o desapercibidos. Así, su manera de sonar busca acercarse al máximo a como lo harían una orquesta y unos cantantes de los tiempos de Mozart.
En esta ocasión, Minkowski dirigirá la Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu y presentará un elenco de jóvenes voces, educadas en la interpretación historicista más rigurosa de la música antigua, y con una energía desbordante.