Estrenada en 1934 y prohibida en la Unión Soviética por su sonido modernista y su argumento inmoral, 'Lady Macbeth de Mtsensk' es una de las obras más fascinantes del siglo XX. A medio camino entre el retrato psicológico y la crítica social, la segunda y última ópera de Shostakóvich busca entender los motivos que llevan a una mujer de clase alta a cometer los crímenes más horribles, dibujando a su alrededor un espantoso marco de corrupción, degradación moral y opresión patriarcal al que Àlex Ollé le otorga un papel principal en esta nueva producción.
En la novela original de Nikolai Leskov en la que se inspira Lady Macbeth de Mtsensk, el personaje de Katerina Ismailova presenta muchos matices. Resentida con su marido, su familia y su vida sin incentivos en una Rusia rural próspera pero aburrida, se deja dominar por la irracionalidad de sus instintos y se abandona primero al sexo –cometiendo adulterio– para luego encadenar una serie de horribles asesinatos. Al final, Leskov le proporciona a su personaje –que no es exactamente una heroína– un final penoso, ahogada junto a Sonietka, la mujer que le ha robado a su amante Serguéi, en las aguas de un río camino de un campo de trabajo en Siberia.
En definitiva, merece un castigo ejemplar, y aun así todavía tiene fuerzas para despedirse con otro asesinato, el último en una lista espeluznante. Shostakóvich, sin embargo, hizo una interpretación diferente de la novela cuando decidió adaptarla para una ópera: en vez de observar a Katerina como parte de la burguesía inmoral de la Rusia del siglo XIX, la trató como víctima de una sociedad corrupta, represiva y patriarcal.
«Esta nueva producción de Àlex Ollé, exclusiva para el Liceu, busca comprender las acciones terribles de una protagonista atrapada en un mundo asfixiante y corrupto»
Su acercamiento a esta mujer es más compasivo que condenatorio: si busca la liberación a través del sexo, es porque su suegro la quiere sólo como futura madre de un heredero y cuidadora de la familia; si asesina a su marido, es porque es el último obstáculo que le impide salir de la cárcel en la que vive.
Esta idea que subyace en la adaptación de Shostakóvich y Aleksandr Preis en el libreto de Lady Macbeth de Mtsensk –en la que suavizaron la maldad de Katerina evitando incluir en la ópera una escena cruel del libro: el asesinato a sangre fría de su sobrino de ocho años– es la que le ha interesado a Àlex Ollé para proponer una nueva producción que se centra en la compleja psicología de Katerina. Para Ollé, sus actos no tienen justificación ni lógica –máxime cuando cada nuevo paso que da es un error que agrava aún más su situación–, pero sí una explicación coherente que dirige el foco a su situación desesperada: aunque viva en una jaula de oro, ella no deja de estar encerrada para siempre en un mundo hostil.
«La escenografía de Alfons Flores diseñará, a través de paneles móviles, los espacios de la ópera, concebidos como prisiones físicas y sociales que llevan a Katerina al límite»
Alfons Flores, el escenógrafo habitual de Ollé, ha diseñado para esta producción un sistema de placas móviles de textura herrumbrosa que, en su movimiento, permiten crear espacios asfixiantes y corrompidos: el primero es la habitación de Katerina, pero también sirve para crear el espacio de la comisaría y las columnas de prisioneros hacia Siberia. También, como ya hizo Ollé en su producción de Pelléas et Mélisande (Debussy), el suelo del escenario estará cubierto por una superficie líquida, un detalle que tiene una lectura metafórica, pues es en el agua en la que Katerina morirá ahogada para escapar finalmente de su vida degradada.
Otro aspecto destacable de esta ópera es su ritmo trepidante. Shostakóvich dividió la acción en cuatro actos, pero realmente su estructura consiste, más bien, en la unión de varias escenas separadas por interludios instrumentales. A principios de la década de 1930 Shostakóvich había compuesto bandas sonoras para la industria soviética del cine, y estaba familiarizado con el concepto de montaje. Lady Macbeth de Mtsensk es, por tanto, una ópera claramente influenciada por el ritmo cinematográfico, y la partitura subraya continuamente los momentos de mayor impacto visual.
El más característico es el primer encuentro sexual entre Katerina y Serguéi, pero lo mismo se puede decir del intento de violación grupal de Axinia en el primer acto, la muerte por envenenamiento de Boris en el segundo, o la escena final en la que, tras comprender que Serguéi ya no la ama, la protagonista se arroja al río arrastrando a Sonietka. Si Lady Macbeth fuera una película, ¿de qué género sería? Sin duda, un thriller trepidante con grandes dosis de violencia, tensión y sexo. La producción de Ollé, por tanto, promete conservar ese ritmo veloz y profundizar en Katerina a partir de su primera capa de significado, que es la de la asesina que nos fascina por la desmesura de su crueldad.
«Influenciada por el expresionismo musical y cinematográfico, la segunda y última ópera de Shostakóvich es una obra marcada por la tensión, un thriller vertiginoso»
Lady Macbeth de Mtsensk es un título que permite muchas interpretaciones. Ha sido defendida como ópera feminista, como ópera anti-burguesa, incluso como ópera anti-soviética: así lo hizo Stalin, que creyó que Shostakóvich no atacaba la inmoralidad y la corrupción de la época zarista, sino la de la Unión Soviética de los años 30, justo cuando se extendía el Terror Rojo. Y es una pieza que admite una pátina moralista, y otra que justifica la inmoralidad de Katerina por ser una víctima de un entorno hostil.
La producción que tendremos en el Liceu toma un poco de todo esto: intenta comprender a Katerina sin justificarla, indica la existencia de fuerzas oscuras que marcan el destino de las personas, y denuncia un denso clima de inmoralidad que es fácilmente trasladable a cualquier periodo histórico. En definitiva, una versión que invita a reflexionar, también, sobre nuestro tiempo.